El político de hoy pierde el tiempo sólo tomándose fotos con los electores y patrocinando eventos, cuando en realidad debe apelar al "poder de la conversación".
Una foto abrazando a moradores de determinado sector no es evidencia de un voto seguro, mientras un candidato se va, llega otro a hacer lo mismo, entonces la historia se repite; quien tenga el factor diferenciador, será el que impacte en ese momento, dejando huella. Así mismo debemos preguntarnos, ¿estamos comunicando correctamente?, ¿el mensaje está llegando?, muchas veces es problema de forma y no de fondo, los asesores de marketing político no sólo deberían planificar qué decir, sino, cómo decirlo.
Sin duda todos creen ser los favoritos, todos se ven ya ocupando el sillón de alcalde, pero lo que no se dan cuenta es que existe prácticas obsoletas, y no sólo termina siendo problemas de los pseudo-asesores, sino más de quien los contrata.
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